domingo, 11 de octubre de 2009

Unas ridículas y localistas Jornadas hacen de Javier EGEA un poeta paisajístico provinciano

En la foto se pueden ver de izquierda a derecha: "Pepe Culturas", Miguel Naveros, algún amiguete del clan, Alvarito Salvador, Antonio Lafarque, Yolanda Calderón, Luisito García Montero, Antoñito Jiménez Millán y Juanito Vida.


A los diez años del suicidio de Javier Egea, en Almería se ha organizado una mesa redonda y un viaje a la Isleta del Moro para hacer como que se le recuerda y no se le olvida. Las citadas actividades se realizaban dentro de unas mínimas Jornadas de la Asociación de Estudios Almerienses que se columpiaban con el primer verso de aquel impresionante poema, un único poema en forma de libro llamado Troppo Mare. Aunque ese título a su vez saliera de otro primer verso del inolvidable Lavorare stanca de Cesare Pavese. Al parecer buen consejo de su amigo, Juan Carlos Rodríguez, ausente en este acto de Almería y que no deseaba que aquel inmenso poema se conociera como La atalaya de Onán. Y afortunadamente le cedió el librito que tanto trabajo le hubiera causado al poeta suicida italiano. Extraño tanto mar. Paisajes almerienses en la poesía de Javier Egea era el título completo de las Jornaditas.

La celebración fue -¡una vez más!- provinciana y ridícula. Se les nota que algunos de los "amiguetes" del poeta granadino están de vuelta. Lo que no se sabe es si alguna vez partieron con rumbo a alguna parte. Fue provinciana porque desde la voz de la delegada de la Consejería de Cultura, Yolanda Callejón, se quería dar la imagen de que con Troppo Mare lo que Javier Egea se propuso fue hacer poesía paisajística que ayudara a VENDER el Cabo de Gata como Parque Natural. Increíble y vomitivo. Eso solo lo puede decir alguien -en este caso más de uno, así que serán álguienes- que desconozca por completo el libro al que supuestamente se quiere homenajear. Como si Quisquete hubiera querido hacer de capitán de una especie de buque insignia del demoledor y caótico economato turístico. Y fue ridículo además porque se pusieron en solfa las reales convicciones de un poeta comunista como fuera Javier. Había que ver los meneítos de cabeza que hacía el representante de la institución que patentaba el homenaje, el ínclito Miguel Naveros. Éste individuo es, por sí solo, ya un personaje al que habría que echar de comer aparte. ¡Qué cruz, Maricruz, la pesadilla de los rojeras arrepentidos y adocenados en los pesebres del poder psoecialista andalú! ¡De qué manera cuentan su pérfida y lastimosa batallita en su deprimente historia!

Pero, con todo ello no acaba ahí la cosa. Sus "amiguetes" de aquel entonces son, todos ellos, hoy señores muy respetables; pero que muy respetables. Alguno hasta ha ganado sin apenas esfuerzo varios medallones de oro por partida doble: el de Andalucía y el de su renegada ciudad de Granada. De los cuatro "amiguetes", tres que participaron en la mesa redonda ostentan hoy el poder de sentar cátedra con sus benditísimas opiniones. Algún día habría que ponerles los puntos sobre algunas íes. Aunque ese día, segurísimo, que quien lo haga recibirá la ñoña crítica del psicologismo más pestilentemente freudiano o hasta nietzscheano y les llamarán de todo: resentidos, envidiosos, etcétera y etc; y, claro, será para mear y no echar ni una gota. Y, sin embargo, darán en hueso porque nada de ello habrá. Simplemente: habría que tirar a dar con documentos que prueben cómo diablos han llegado a estar donde tenían que estar, porque ser como son ya se sabe que sólo lo han conseguido mediante estrategias de su militar y sempiterno camuflaje.

Tres de los cuatro "amiguetes" que hablaron en la mesa son hoy venerables catedráticos. Uno de ellos, la verdad sea dicha, no sabemos en qué situación está en esta temporalidad. Pues de creer a los correveidiles de la prensa ha abandonado la cátedra que ocupaba en la Universidad de Granada a consecuencia de HABER PERDIDO EL JUICIO. Sí. Así con mayúsculas y con todas las letras. No seamos mal -o bien, quién sabe- pensados: ha perdido un juicio jurídico celebrado en un juzgado de Granada por haber insultado con premeditación, publicidad y alevosía así como amenazado a otro profesor de la Facultad de Letras de la Universidad de Granada. Él que proclamaba por todo lo alto que libertades como la de cátedra o de expresión deberían ser inviolables exigía a la Universidad de Granada que pusiera donde merecía -en la puta calle- a un "marxista de cuarta fila". Aunque parece que ha sido un juicio del que al parecer ha sabido sacar partido -y algo más: asamblea y sindicato; de IU/PCE y CCOO- y que, por ahora, entre otros réditos, le ha valido una excedencia laboral, además de un sinfín de otros beneficios como una publicidad gratuita que le hace ser víctima de una especie de persecución intelectual y blablabla. Quiere hacer creer orbi et orbe que lo suyo es semejante a lo que le pasara a Salman Rushdie con Jomeini. Nada más falso.

Pero el chico -o el niño Luis- es que sabe moverse en el mundo mediático de los infundios. Prueba de ello fue su aportación a la mesa redonda de las reduccionistas Jornadas. Sería muy pesado el hacer en estos momentos un pormenorizado estudio de su estrategia. Pero cualquiera puede demostrar que siempre que le dejan: intenta reducir la poesía de Javier Egea a una serie de tópicos ridículos. No olvida nunca echar sal en la herida mediante una repetición ad nauseam de las mismas anécdotas. Como en un deleznable artículo que publicara en ELPAÍS este verano como si encima el articulito fuera un supuesto homenaje: donde recordaba que Javier si no llegó a la Universidad no fue más que por sus problemas con el alcohol, y no por otros motivos. Que manera tan especial de hundir en la miseria todas aquellas polémicas teóricas y prácticas en las que Quisquete participara de manera militante a lo largo de su vida. Patética la diablura. Curiosamente, según él, otros pretenden hacer de Javier Egea un furibundo y dogmático militante político. Y según él yerran desde el principio hasta el final. El caso es que muy pocos han sabido leer como lo hacía Javier: pero se le tiene que ridiculizar siempre con la misma anécdota repetida hasta la saciedad para hacer creer a muchos que lo suyo era dandismo e intuición poética al natural. No, nadie como él se plantó en el esfuerzo teórico para poder hacer una crítica radical con palabras pulidísimas que fuera más allá de algo más que un ridículo oficio de rentistas de las letras de cambio del genial espíritu poético...

Al final de sus recuerdos no olvidó pedir de manera un tanto ruín e ingenua que los presuntos herederos del legado de Javier Egea se dejen de tonterías y que permitan que se conozca al poeta en una edición de sus obras que sea hecha por una impresora fuerte de ámbito nacional. Lo que no dice, porque no le interesa, es: las miles de zancadillas que él ha puesto siempre para que la poesía de Quisquete se editase en su propia vida hasta con un prólogo de Ángel González para las prensas de Jesús Munárriz en Hiperión o que después de 1999 se editara en Lumen como Soledades -en un sólo volumen o en varios volúmenes recogiendo muchas perlas sueltas-. De eso no habla. No suelta ni media. Claro: es mucho mejor y más rentable poner su carita de niño angelicalmente bueno y echarle la culpa a otros; y, por supuesto, sembrar infundios a diestra y siniestra...

También resultó muy sintomática la exposición del catedrático de la Universidad malagueña, Antonio Jiménez Millán. Él realizó a finales de los años ochenta un prólogo del libro Raro de luna de Javier Egea. Pero allí no decía nada de lo que fue en Almería el núcleo de su exposición. Ahora, en aquellos versos, ve el mapa del suicidio de Quisquete. Curiosa venganza. Tremendo ajuste de cuentas: por supuesto, ¡¡¡personales!!!

Sí se reconoció por parte de todos algo que debería de ser muy obvio para cualquiera que recale en la lectura de la poesía española contemporánea. Nadie hay en la historia de la poesía con la voz de Javier EGEA. Nadie hay en toda esa historia que posea la fuerza y el saber hacer de la palabra una forma material -radicalmente histórica- de vida como lo hizo con su poética resistencia Javier Egea. Fue el mejor alumno que tuviera la pretendida escuela marxista althusseriana del maestro John Charles Rodráigez -como pronuncia Malcom L. Read el nombre de JCR- en Granada. Donde la Ginebra libertaria y anticalvinista se conjugaba ardientemente con el grito mambí y se brindaba sin complejos por algo más que nuestra amada Cuba Libre... ya que como José Martí nos enseñara: Patria es Humanidad. Lo hacía con la sabiduría gramsciana de un Manuel Sacristán cuando escribía por "una Humanidad más Justa y más Libre viviendo en un planeta habitable... y no como ahora un rebaño de atontados malmuriéndose sin consciencia en un estercolero químico, farmaceútico y radiactivo". Claro que para algunos de los socios más listillos eso no sea más que escritura hecha con materiales panfletarios. Sea. Y además de manera cierta. Panfletos y materiales. Eran palabras que releíamos a placer desde nuestro ecologismo materialista...

4 comentarios:

  1. No sé si calificarlo de este modo, pero tu texto, como casi siempre: JUSTO y NECESARIO. Gracias.

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  2. Para el "clan de los luises" Javier Egea sólo debe ser recordado como un borracho al que le salía la lira mecánica de la poesía de manera natural. Cuentan sin parar anécdotas que si bien se las analizara se las devolverían en plan boomerang contra su propia jeta. Acaso ¿este trío de mariachis catedralicios ha leído alguna vez lo que se le supone que habría tenido que leer Javier? La sombra de Althusser es alargada... escribió el maestro JCrodríguez en cierta ocasión. La mayoría de los que se han creído "marxistas" en Granada no han desempolvado ni una obra de Marx, ni de Kant, ni de Hegel... ¡¡a las pruebas me remito!! Muy pronto tuvieron que deshacerse de tanto lastre. Era un peso muerto que les impedía amañar sus historias. Algunos quieren gozar del prestigio que consiguen con premios donde hasta los Jurados son de la misma maffia. Pasa como con los Premios Nóbeles que chirrían en demasía: si alguien cree que les da prestigio es porque no se fijan en la galería que hay detrás. No es Obama ni la primera ni será la última prueba de que quienes amañan tales galardones valoran otras cosas muy diferentes a las que hacen gala...

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  3. "Javier Egea no llegó a la Universidad por sus problemas con el alcohol". Eso escribió Luisito en ELPAÍS. Eso sí que es echarle mierda a su "gran amigo". Las cosas son de otra manera bien distinta.
    Javier Egea sí que fue a la Universidad. Y, por cierto, no era el único que bebía alcohol.
    Lo que no podía soportar de la Universidad era la pasarela de conformismo, lameculismo, servidumbre voluntaria que se suponía que había que admitir como si nada. Él subió cientos de veces a estudiar a la Facultad. Eran un verdadero lujo sus intervenciones. Tenían chispa, desbordaban inteligencia, pedían un compromiso radical... Cosa que molestaba en demasía... Sería muy largo contar porqué se le sigue despreciando...
    Los que hoy venden la imagen de que los herederos están poniendo trabas para que las obras de Javier Egea se puedan conseguir en cualquier librería deberían aportar pruebas. Lo que sabemos es que en breve van a estar en la calle sus Obras Completas. Y que no ha sido nada fácil la tarea de compilar una obra que ya abarca cuatro extensos volúmenes...

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