¿CHUPAR O NO CHUPAR?
That is the question
Margarita Díaz Picasso
Después de mucho tiempo de andar creyendo que la cosa andaba en proceso de cambio, las declaraciones del Pibe de Oro me volvieron a la realidad. Resulta que para el Pibe como para mucha gente, en lo más escondido de su psiquis sexual, el sexo oral consiste en una práctica denigrante para aquel que supuestamente "brinda placer al otro". Más allá de esgrimir una defensa sobre ésta u otras prácticas en las que de más estaría decir que el placer es compartido y disfrutado; resulta que el imaginario de "quien penetra" vs "quien es penetrado" vuelve a cobrar fuerza y vigor viril.
Me explico: vemos en los paraderos de buses chanchitos de distintos equipos, se trata de alcancías. El chanchito que "penetra" sexualmente al otro se supone que es "superior", que le ha ganado al chanchito que es penetrado; que linda muestra de misoginia y de homofobia.
Nadie hace mayor reparo cuando se ven esos chanchitos, cada uno con camisetas de distintos equipos, según estén arriba o abajo. ¿Qué tendríamos que decir al respecto quienes como en el caso de las mujeres o los homosexuales somos penetrados durante el acto sexual? ¿Quién les dijo que el ser penetrado (a) implica una posición pasiva y/o patética durante el coito? ¿Quién dijo que quién penetra manda, somete o vale más? Absurdo.
Obviamente no es así, como tampoco es menos quien supuestamente procura sexo oral a otro u otra, con alegría y emoción. (Para mí ambos se lo procuran –sin activo, pasivo ni esas categorías–). El carácter peyorativo de la afirmación además, ensucia una conducta sexual, que a mi modo de ver es maltratada por la sociedad occidental en la que vivimos, una sociedad altamente erotizante pero a la vez patológicamente castrante, que reprime, cosifica y clasifica a nuestros objetos y sobretodo objetas de deseo y a las distintas performances y expresiones sexuales.
Esta muestra de precaria sexualidad es solo una de tantas. Solemos hablar de sexo o tratar de hablar, somos una sociedad que reivindica el placer y, a la vez, lo desprecia, que exalta el sexo y a la vez lo convierte en humillante; todo eso y más nos describe como una sociedad violenta y, tal vez, hasta psicópata. La violencia verbal contra las mujeres y los homosexuales en este episodio ha sido por demás consciente, evidente, desproporcionada e insana.
La sexualidad humana es fantásticamente inagotable en sentires, emociones y experiencias, válida en sí misma. Experimentar placer sexual y recrear nuestra sexualidad es un privilegio individual y compartido. No importa quién está arriba o abajo, quién la chupa o a quién se la chupan, mi querido Diego, lo que importa es recrearte y recrearse mutuamente, disfrutar y ser sexualmente libre y feliz.
www.margaritadiazpicasso.com
Abogada - Conciliadora
Especialista en Política Social y Género
(511) 4453068 / 997221032
"Confiada, bordando fino, explorando los botones y ojales de la vida..."
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